viernes, 4 de marzo de 2016

LA GRAN EXPOSICIÓN: MIRÓ Y EL OBJETO


Arte que reúne, en fin, lo más intuitivo y lo más culto, lo más cosmopolita y lo más local, el de este catalán universal que es Joan Miró. Pero me temo que estoy tratando, aunque mal, de presentarlo o de explicarlo, yo no soy más que el acomodador que instala a los espectadores en sus localidades, para que asistan al maravilloso espectáculo.


La exposición parte de la inclinación constante del artista hacia los objetos, que lo lleva a recolectar durante toda su vida los hallazgos más variados con la intención original de ambientar su taller y crear una determinada atmósfera creativa. Miró comparte con los dadaístas y surrealistas la predisposición por la sorpresa, y con su característica sensibilidad poética acaba encontrando una fuente de inspiración en estos descubrimientos accidentales.
De esta manera, muy pronto, este gusto que Miró siente por el objeto le lleva a representarlo en sus pinturas y a incorporarlo luego en sus collages, cerámicas y esculturas. Miró lo relataba con estas palabras en una carta de 1936 a Matisse: “Me siento atraído por una fuerza magnética hacia un objeto, sin premeditación alguna, luego me siento atraído por otro objeto que al verse ligado al primero produce un choque poético, pasando antes por ese flechazo plástico, físico, que hace que la poesía te conmueve realmente y sin el cual no sería eficaz”.

El equilibrista

Objetos utilizados

Miró y el objeto evidencia cómo esta tendencia culmina tras la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial, con la incursión de Miró en la cerámica y la escultura. Una línea de trabajo esencial durante los últimos años de su trayectoria, como lo fue también el denominado segundo “asesinato de la pintura” o “antipintura”. Sobre este concepto, Jeffett apunta: “Miró exploró por primera vez la idea de la antipintura en 1930 en una serie de telas que calculó con gran precisión la composición para luego eliminarla tachando la imagen […] En 1974 Miró realizó una serie de telas quemadas para su gran retrospectiva en el Grand Palais de París. (Alguna de estas telas se puede ver en la exposición). Al mismo tiempo, propuso una serie de esculturas en bronce, hechas también a partir de assemblages de objetos, cerámicas y tapices, como expresiones poéticas más allá de la pintura”. Obra nueva, radical desafiante que lo posicionaba como creador vital e innovador. El artista tenía 81 años. 


Comisariada por William Jeffett, responsable de exposiciones del Salvador Dalí Museum de Saint Petersburg (Florida, Estados Unidos) reconocido experto en la obra mironiana, contando con el apoyo del Departamento de Conservación de la Fundación Joan Miró, la impactante muestra guarda un orden cronológico y el espectador aprecia los dos grandes momentos en los que Miró decidió acabar con la pintura convencional. Un total de 109 obras, entre pinturas, cerámicas y esculturas, que abarcan un extenso período que va desde 1916 hasta 1981 y que proceden del fondo de la Fundación Joan Miró y de las principales colecciones públicas y privadas de Europa y América. La exposición incluye, además, una selección de objetos originales que el artista coleccionó a lo largo de su vida como fuente de inspiración o material para sus composiciones.

La muestra se despliega en seis ámbitos:

1. “Un mundo de objetos” Muestra la atracción primigenia de Miró por los objetos y su primer relación creativa con ellos a partir de su representación pictórica. Incluye una selección de naturalezas muertas entre las que destacan dos obras de 1922-1923 procedentes del MoMA de Nueva York: Naturaleza muerta I (La espiga de trigo) y Naturaleza muerta II (La lámpara de carburo), así como el óleo sobre papel de 1916 El puchero. Miró manifestó explícitamente la importancia de las dos primeras obras porque supusieron sus primeros intentos conscientes de incorporar objetos humildes en su producción y reivindicar el valor de los elementos populares como materia artística.

Joan Miró Nature morte II, 1922-1923. Naturaleza muerta II. (La lámpara de carburo) .Óleo sobre tela. 38 x 46 cm .The Museum of Modern Art, Nueva York. Adquisición, 1939 © Successió Miró, 2015

2. “El asesinato de la pintura” Cuando Joan Miró conoce a André Breton, comienza su relación con el movimiento surrealista, crea algunas de sus obras más rompedoras, entre otras, su serie Bailarinas españolas (1928) y los collages sin título (1929) compuestos con materiales no artísticos. En ellos el collage y los elementos objetuales han sustituido ya a la representación pictórica de la realidad. En 1930 realiza una serie de (anti) pinturas, donde se representan imágenes canceladas o tachadas. En esta línea de experimentación, un año después, Miró ya está inmerso en la ejecución de una serie de pinturas- objeto, ensamblajes hechos con objetos encontrados. En los límites de esta nueva lógica, Miró acabo proclamando su intención de “asesinar la pintura” tal como ya recogía Maurice Raynal en su antología de 1927.

Joan Miró Objeto, 1931.Óleo, aislante, clavos, madera quemada, arena y elementos de relojería sobre madera. 27 x 13,5 x 6,8 cm. Colección particular, París © Successió Miró, 2015

3. “Del collage a la escultura” En la década de los cuarenta, Miró seguirá utilizando cada vez con más frecuencia materiales inusuales y soportes no asociados a las técnicas tradicionales de bellas artes: conglomerado de madera, fragmentos de metal, fibrocemento, etc., todos ellos reflejados en la selección de obras de este ámbito. Estas investigaciones le conducirán, posteriormente, al mundo de la cerámica y de la escultura.
Joan Miró . Pintura-objeto, 1950. Óleo sobre madera, trapo, cuerda y cartón . 30,8 x 26,4 cm. Colección particular © Successió Miró, 2015

4. “Cerámicas y primeras esculturas” De nuevo, los objetos encontrados constituyen una fuente de inspiración, como puede observarse en la notable presencia de cabezas o en una cabeza de piedra engastada en cerámica o bronce. La obra de granito Tête (Cabeza, 1946-1949), un objeto encontrado y, en cierta medida, una especie de autorretrato poético, es el modelo para otras esculturas de bronce y cerámica, como Tête (Cabeza 1953) y Gran personaje (1956).

Previa a esta actividad escultórica, Miró realiza una importante actividad cerámica. Como primera aproximación aprovecha fragmentos residuales que encuentra en el taller del cera mista Josep Llorens Artigas. Con él desarrolla entre 1953 y 1956 una colaboración tan intensa que Miró casi abandona por completo la pintura para dedicarse enteramente a esta actividad. La cerámica representa para él un retorno a la esencia, con materiales primarios y una técnica que le resulta completamente nueva. Su visita a las cuevas de Altamira mientras preparaba el enorme mural de cerámica para la UNESCO afirmó en un ámbito más general su comprensión de la cerámica y del objeto en términos de lo primordial.



5. “Escultura de bronce” Los objetos modelo de las esculturas de Miró se quedaron a menudo en los diversos talleres de fundición. Durante años, la Successió Miró ha recuperado e identificado de forma sistemática la mayoría de estos modelos relacionándolos con las esculturas en bronce en las que se acabaron convirtiendo. Este importante trabajo demuestra hasta qué punto la escultura de Miró representó una auténtica poética del objeto. Esta exposición incluye varios ejemplos en los que se  pueden contemplar los objetos originales y escultura terminada.


6. “Antipintura y Grand Palais, 1974” Este apartado dedica una atención especial a la gran exposición retrospectiva del artista celebrada en el Grand Palais de París en 1974. A diferencia de lo esperado, Miró se empeño en que la muestra no fuera una retrospectiva convencional. A pesar de contar con una nutrida sección panorámica de su trabajo anterior, el artista aportó un gran grueso de obras nuevas expresamente creadas para la exposición. De este modo a los 81 años, Miró se presentaba como un artista vital, plenamente involucrado en el proceso creativo, provocador e innovador. Por todo ello, la exposición puso en un primer plano la obra más radical del artista: bronces, cerámicas, tapices, antipinturas…

Joan Miró Tela quemada 1, 1973. Acrílico sobre tela, posteriormente rasgada y quemada 130 x 195 cm Fundació Joan Miró, Barcelona © Successió Miró, 2015

Miró y el objeto muestra una veintena de piezas expuestas en aquella muestra de 1974 en el Grand Palais, la mayor parte de las cuales proceden de la colección de la Fundación Miró, referente mundial en el conocimiento de la obra de la última época del artista. Se trata, por ejemplo del Cuadro-objeto de 1972.


Creo que en alguna ocasión conté aquí, en este blog, como conocí a Joan Miro y a su esposa Pilar Juncosa, fue durante la espléndida exposición presentada en Madrid en 1978, JOAN MIRÓ pintura, en el Museo Español de Arte Contemporáneo. En colaboración con la Fundación Miró. Un amigo común me los presento, los primeros días de la muestra estuvieron en Madrid y acudían al museo para atender a la prensa. Un placer caminar con Miró por aquellas enormes salas charlando y escuchándole era pura poesía, me dedicó  el catálogo, que he consultado para hacer este trabajo. Me confieso muy mironiana.
      

© Mariví Otero 2016
Asistente: Manuel Otero Rodríguez
Fotos: Mariví Otero

Fuente: Miró y el objeto. Departamento de Comunicación de la Obra Social “La Caixa”. Juan A. García. Dosier de prensa. Exposición, del 10 de febrero al 22 de mayo de 2016.

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